Domingo súper intenso en la Escuela de El Diquecito. Jugamos todo el día, de a ratos bajo el sol y de a ratos resguardados en la sombra de los árboles del potrero que está frente a la escuela.
A la noche, Paula, una mamá de 5 de los chicos que fueron o van a esta escuela, nos invitó a su casa a amasar unas buenas pizzas en el horno de barro y compartir una noche con su familia.
Las casas de puertas abiertas son uno de los motivos por los cuales no podemos dejar de conmovernos. Las lógicas de la (in) seguridad sucumben ante el sentido comunitario y la sensibilidad social.
El lunes arrancó con muchos chicos participando de las actividades que organizamos. Al mediodía vamos a almorzar con ellos y sus familias y a la tarde haremos la entrega de donaciones, a medida que nos vamos despidiendo.
Sería obvio decir que el viaje es corto, pero ya tendremos oportunidad para hablar sobre el valor del tiempo en donde las agujas son los rayos del sol.
INTERMEDIO MAYOR
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